miércoles, 30 de mayo de 2018

Rememorando la ll Republica y la guerra civil española (1931-1939)

Estampas de la guerra.

Contra el pacto del olvido de los crímenes perpetrados por  la represión franquista. Época de intolerancia y fanatismo. De derechismo e izquierdismo. Olvidando que todos marchamos hacia más allá del tiempo.  Vienen a mi memoria las andanzas de mi amigo Manolo cuando quiso evadirse de la muerte asignada.

En Madrid, la ciudad más alegre del mundo, donde nadie por más perseguido que fuere puede quedar encerrado entre cuatro paredes, Manolete, reconocido así por todos, se lanzó al abismo cruzando barreras fascistas, bombardeos y persecuciones tras la búsqueda de la desaparecida María, su eterna enamorada.
Ante el ataque anunciado, la “Quinta Columna” toma la iniciativa de repatriar a numerosos intelectuales y perseguidos, niños de padres desaparecidos que buscando socorristas merodean la zona. Manuel como buen gitano, cede su lagar y trata de defenderse solo.
El general de turno reclama la rendición a fin de evitar más muerte.
La caída de bombas incendiarias es impresionante. El olor a azufre y pólvora  se concentra obstruyendo la respiración.
Manolo camina por la oscuridad de una cuneta bajo una resbaladiza sustancia gelatinosa con olor a mierda. Los ladridos de los perros cada vez estaban más cerca. Aterrado. Para ahogar el olor a miedo y confundir a sus perseguidores decide revolcarse en aquella  maloliente bosta, dirigiéndose hacia la salida.

En un récord imposible Dios le tiende una mano. Consigue tomar impulso y trepar de un salto el trasero de un camión, pero, no duró mucho su buena suerte. Los estucas pasan rasantes sembrando bombas por el camino.
Con el cuerpo deshecho Manuel se entrega a los estertores de la muerte.

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