domingo, 20 de mayo de 2018

El crimen de Granada


Pese a mi corta edad, cuando se lo llevaron recuerdo que lloré sin consuelo. Juntos jugábamos en Tosa del Mar en la casona veraniega de la Costa Brava donde Dalí y su diosa Gala, estaban pasando unos días. Recuerdo a Buñuel y su film “El perro andaluz” donde Dalí y unos cuantos  intelectuales más, discutían día a día sobre los cambios que se estaban gestando desde 1929. De los intelectuales de aquella época, ninguno tenía un cobre, comían y hacían inventiva gracias a los Noalles y nuestra familia que, por aquel entonces contábamos con un buen pasar.
El film franco-español “Un chien andalou”, se hizo con dinero prestado que apenas alcanzaba a cubrir los gastos, pero recuerdo que se divertían y discutían a lo loco y, cosa de no creer, alcanzaron un éxito rotundo,

Volviendo  a mi compañero de juegos García Lorca. Aunque Federico nunca quiso afiliarse a ningún partido político, su pluma fue considerada como un estilete más fuerte que la metralla.

Al regresar de México de inaugurar “La casa de Bernardo Alba,” se entera  que lo andaban buscando. En “Los Rosales” dos amigos franquistas le dan asilo. Allí lo arrestan y lo llevan al Gobierno Civil, donde Guzmán comandaba una sede. Se consulta a Sevilla al General Queipo de Llano qué hacer con el poeta. Ambos deciden conducirlo al pueblo de Viznar.  Un 19 de agosto del 36, sin temblequeo de pulso, ambos declaran su sentencia de  pena de muerte.

Lorca, fue uno de los tantos miles que después morirían por el mero hecho de pensar distinto.
Transcribo con mucha pena sus últimas palabras: 
“Muero por los que nada tienen y aún ese nada les es negado”.

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