Pese
a mi corta edad, cuando se lo llevaron recuerdo que lloré sin consuelo. Juntos
jugábamos en Tosa del Mar en la casona veraniega de la Costa Brava donde Dalí y
su diosa Gala, estaban pasando unos días. Recuerdo a Buñuel y su film “El perro
andaluz” donde Dalí y unos cuantos intelectuales más, discutían día a día sobre
los cambios que se estaban gestando desde 1929. De los intelectuales de aquella
época, ninguno tenía un cobre, comían y hacían inventiva gracias a los Noalles
y nuestra familia que, por aquel entonces contábamos con un buen pasar.
El
film franco-español “Un chien andalou”, se hizo con dinero prestado que apenas
alcanzaba a cubrir los gastos, pero recuerdo que se divertían y discutían a lo
loco y, cosa de no creer, alcanzaron un éxito rotundo,
Volviendo a mi compañero de juegos García Lorca. Aunque
Federico nunca quiso afiliarse a ningún partido político, su pluma fue
considerada como un estilete más fuerte que la metralla.
Al
regresar de México de inaugurar “La casa de Bernardo Alba,” se entera que lo andaban buscando. En “Los Rosales” dos
amigos franquistas le dan asilo. Allí lo arrestan y lo llevan al Gobierno
Civil, donde Guzmán comandaba una sede. Se consulta a Sevilla al General Queipo
de Llano qué hacer con el poeta. Ambos deciden conducirlo al pueblo de Viznar. Un 19 de agosto del 36, sin temblequeo de
pulso, ambos declaran su sentencia de pena
de muerte.
Lorca,
fue uno de los tantos miles que después morirían por el mero hecho de pensar
distinto.
Transcribo
con mucha pena sus últimas palabras:
“Muero
por los que nada tienen y aún ese nada les es negado”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario