Una
parte considerable de nuestra vida transcurre en el sueño
El
periodo eterno de sueño y vigilia. Descanso y reparación, imprescindibles ante
un nuevo y saludable despertar a la vida.
La
excitación de la corteza cerebral no cesa nunca, ni siquiera en el sueño.
Mientras hay vida la corriente anímica transita continuamente.
Según
Freud, aunque no contemos con la capacidad de recordar, siempre soñamos. El
estado Rem, se produce varias veces durante el sueño, por ser vegetativo
difícilmente lo retenemos al despertar, sin embargo se lo considera como el
total descanso reparador. Las otras dos etapas son recordables porque no
alcanzan a aislarnos totalmente del medio.
Los
sueños de alguna manera se conectan con la realidad aunque estén
equidistantes del espacio o lugar físico
en que vivimos. Es común que nuestro material onírico reciba la transmisión de
sucesos y preocupaciones acumuladas durante el día convertido en pesadillas. Habría que preguntar a Freud
qué pasa con los sueños repetitivos -yo siempre sueño con casas de adobe y
caminos con salidas y entradas dificultosas-. En
el estado de sueño lúcido guardamos cierta conciencia de que lo que nos está
pasando, en ese momento es sólo un sueño y no una realidad cotidiana. Cuando
los sueños se repiten como persecución eterna,
según se cuenta, pueden pertenecer a un pasado remoto ocurrido en otras
vidas. Las culturas de China e India, utilizaban los sueños como fuentes
importantes de información y guía futura.
El sonambulismo y otras patologías del sueño imperfecto, asociado a
algún conflicto mental que altera el descanso nocturno, como el que se produce
en el habla o lloro que después del suceso se borran. La visión de colores tiene como funcionamiento la reposición de
energías. Un metabolismo deficiente no controlado puede provocar sonambulismo o
alucinaciones recurrentes.
La materia está hecha de los sueños, dice Hawking
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