El
pasado es quien nos dice quienes somos. Sin pasado perderíamos nuestra
identidad.
Si
hay algo en esta tierra más importante que el dinero es el tiempo.
Gran
regulador de la vida es el tiempo. Transcurre marcando ítems. Un antes y un
después, según se desplace nuestra existencia.
Después
de los cuarenta el tiempo empieza a recobrar el valor que posee, convirtiéndose
en estímulo y oportunidad. A los sesenta es testigo y duración de las cosas
irreversibles. Después de los ochenta, marca la uniformidad de la senectud y el
recuerdo de las cosas caducas. Nuestra carrera sin fin contra el tiempo marca
el ciclo de nuestro organismo, cúmulo de experiencias materiales, emocionales y
psíquicas como brújula de nuestra existencia.
El
tiempo es sólo conceptual según algunos científicos, está marcado por una serie
de eventos encadenados que en el presente se entremezclan en una creación de la
mente que sólo puede entenderse como fenómeno de energía. Sin embargo, la
evolución de los años nos ha traído otra idea, la biología con la venida del
envejecimiento nos da otro concepto del tiempo. El pasado siempre nos acompaña,
y el futuro ya está asomando al presente.
Curiosamente,
los animales no tienen noción del tiempo ni de los cambios corporales
relacionados al sentimiento, como demuestra el can su fidelidad y contento con
el movimiento de su cola.
La
memoria es recordatorio y valorización humana del tiempo.
En la
vida contemporánea se habla del tiempo líquido, porque nada se consolida, todo
pasa a ser rápido y fugaz.
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