martes, 15 de mayo de 2018

Devorador de la vida es el tiempo


Como el Cronos griego. La eternidad está entre el pasado y el futuro.
El pasado es quien nos dice quienes somos. Sin pasado perderíamos nuestra identidad.
Si hay algo en esta tierra más importante que el dinero es el tiempo.
Gran regulador de la vida es el tiempo. Transcurre marcando ítems. Un antes y un después, según se desplace nuestra existencia.
Después de los cuarenta el tiempo empieza a recobrar el valor que posee, convirtiéndose en estímulo y oportunidad. A los sesenta es testigo y duración de las cosas irreversibles. Después de los ochenta, marca la uniformidad de la senectud y el recuerdo de las cosas caducas. Nuestra carrera sin fin contra el tiempo marca el ciclo de nuestro organismo, cúmulo de experiencias materiales, emocionales y psíquicas como brújula de nuestra existencia.
El tiempo es sólo conceptual según algunos científicos, está marcado por una serie de eventos encadenados que en el presente se entremezclan en una creación de la mente que sólo puede entenderse como fenómeno de energía. Sin embargo, la evolución de los años nos ha traído otra idea, la biología con la venida del envejecimiento nos da otro concepto del tiempo. El pasado siempre nos acompaña, y el futuro ya está asomando al presente.  
Curiosamente, los animales no tienen noción del tiempo ni de los cambios corporales relacionados al sentimiento, como demuestra el can su fidelidad y contento con el movimiento de su cola.
La memoria es recordatorio y valorización humana del tiempo. 
En la vida contemporánea se habla del tiempo líquido, porque nada se consolida, todo pasa a ser rápido y fugaz.

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