Todos
los seres vivientes, incluyendo los irracionales, tienen la capacidad de
selección. Entre la espesura del bosque el mamífero por instinto elige con
quien aparearse. Hasta en los crustáceos existe el poder de selección, La
langosta elige entre los machos la jerarquización como protección a su progenie
para sobrevivir sobre los obstáculos que provienen de afuera. Aunque nos cueste
creer, en el mundo natural está implícito el conocimiento inconsciente atávico.
La
instrucción cívica juega el principal papel. No puede ser sólo para una elite.
Cultivar la educación de un pueblo es el cimiento más positivo. Sabido es que,
sin una cultura sólida el crecimiento económico de una nación no es sostenible.
La
mediocridad está condenada a fenecer. Devaluar para hacerlo accesible a la masa
no es el camino. Tampoco hacer uso de un lenguaje con modismos o ideas de tal
densidad que cada concepto requiera ser meditado tres veces para ser entendido,
como ocurre con algunos filósofos ontológicos como Heidegger. Cuando la cultura
es muy dispar se hace imposible la idea del diálogo. Sin identidad no hay
lenguaje, ni entendimiento, ni libertad de acción. Solamente aspiro a una
cultura básica igualitaria que nos guíe a ser comprendidos. Porque aun en los
pueblos de mediano alcance, algunos en lugar de hablar rebuznan. Los
mandatarios no debieran olvidar que el pueblo que carece de educación cultural
es un pueblo destinado a la muerte La primer misión del Estado es la lucha contra
el analfabetismo y el hambre.
La
libertad individual juega el primer rol, porque es lo que sustenta a un pueblo.
Las naciones hoy no tienen integridad, la enorme desigualdad sociocultural no
nos deja avanzar al ritmo que debiéramos. La obediencia borreguil opaca la
libertad. Para que la autonomía sea real es preciso que la educación cultural
tenga como máximo valor la libertad.
Einstein
decía: la educación es lo que queda en los pueblos después de haber olvidado lo
que se ha aprendido el la escuela.
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