jueves, 10 de mayo de 2018

De la velocidad al vértigo


En este siglo, el humano corre sin sentido como alineado, hasta el punto de  dejar sentado en la vereda a algún caminante distraído.
No tenemos tiempo para nada, corremos como hámsters, sin llegar a algún lado, olvidamos que el tiempo no se acelera, que los acelerados somos nosotros que  apresuramos el paso para no quedar afuera de donde todos corren “hacia algo” aunque ese ritmo sin sentido, nos aleje del verdadero fin.
Con tanto apresuramiento estamos cambiando calidad por cantidad. La escala humana no la podemos modificar, por más paradójico que resulte el ritmo todo lleva un tiempo lógico. Las necesidades básicas humanas siempre son las mismas, las actividades por intranscendentes que resulten llevan su tiempo. El posmodernismo nos empuja demasiado a la carrera diaria y no siempre lo rápido es lo mejor. La vida hay que saborearla en todos sus planos para que no pierda calidez
La celeridad que caracteriza a nuestra sociedad conduce a la tragedia, el dramatismo y el estrés. Si bien el tiempo record puede ser estimulante y emotivo para el alcance de logros, la emoción incontrolada suele ser una respuesta fatal para la paciencia y la resistencia coronaria. El estrés crónico y la depresión pueden minar y causar una disminución en el tamaño craneano.
Estamos sumergidos en una cantidad de información importante o banal que nos golpea a diario, esto sumado a la irritabilidad que produce la adaptación a la tecnología, puede tener consecuencias fatales con agregado de agresiones, violencia y descontrol de afectos.  El estrés emocional como respuesta psicosomática es un factor natural que conduce al caos. Tendríamos que copiar un poco a la venerada diosa de los faraones, siempre atenta sobre el sarcófago. Sin hartarse la vista de ver afuera, ni el oído de escuchar sandeces.
Cuando entre maldicientes y bienhechores el envase del cuerpo se queja, es aconsejable prestarle atención y reflexionar sobre la propia vida. Para problemas circunstanciales las terapias alternativas y el test científico sirven para cuantificar el grado. El que mucho quiere abarcar, poco realiza.

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