viernes, 18 de mayo de 2018

Días de serpentinas y papel picado


Febrero, mes de carnestolendas

Válvulas de escape de los pueblos, donde lo restringido aflora y bajo el disfraz se puede ridiculizar a piacere.
El carnaval callejero es una práctica que en las grandes ciudades  ya ha desaparecido. Su antigüedad se remonta a las fiestas paganas egipcias de Apis e Isis, las griegas de Baco, y las romanas de Saturno, donde el festejo tenía meses de duración.
Las mascaradas proceden de la creencia de invocar a los malos espíritus adoptando en los carros el disfraz de los muertos. En el medioevo, resurgieron estos bulliciosos festejos particularmente en Roma, donde anuncios de jóvenes disfrazados de monjes, y otros con cornamentas de carnero recorrían las calles romanas y de Venecia. Festejos que también se impusieron en París y duraban hasta la hora que los gallos cantan su soledad.
Los cuernos representaban la infidelidad, costumbre tan vieja como la humanidad. Su origen procede de la mitología griega, donde remarca cualquier relación sentimental a contramano, muchas veces originadas por las largas ausencias de los soldados romanos fuera de sus hogares. La humorada procedía del miércoles de ceniza.
Festividades aún vigentes en Niza, Venecia y Río de Janeiro.
Por qué la infidelidad se representa siempre con cuernos.
El buey, por lo salvaje, es casi siempre un animal castrado. Su doma lo conecta a estos atributos. Su uso es debido a que la palabra “cornudo” es más agresiva que la palabra “infiel”.
La doma es distintivo de sometimiento.
Los “cuernos emocionales” son los peores, porque conllevan la mentira y el engaño premeditado. La infidelidad es un complemento no solamente sexual sino que genera sensaciones a los que muchos se vuelven adictos.

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