miércoles, 30 de mayo de 2018

La pérdida de la inocencia y el mito griego

Todos escuchamos alguna vez: Newton está meditando en el jardín debajo del árbol bíblico  cuando le cae una manzana en la cabeza y ¡zas! Se le ocurre la ley de la gravedad. 

El Jardín del Edén de la Biblia. La consabida manzana, el diablo y
el inocente fruto considerado prohibido.

La jugosa y rica Manzana, que originó el pecado original al final nada tuvo que ver con toda esta historia.

El fruto del paraíso identificado como el árbol del bien y del mal. El árbol del conocimiento (nunca definido por la Biblia de qué fruto se trataba), que más bien, por error de traducción, quedó convertido en manzano.

El relato homérico de la manzana de la discordia: La manzana de oro como donación a la más bella entre: Hera, Afrodita, Heridse y Helena. Con Paris, hijo del rey de Troya, como juez, y secuestrador de Helena, que desencadenó la guerra troyana que duró diez años.

La manzana del desafío, que Eride (la discordia) arrojó entre los invitados para que la comiera la más bella de la fiesta.

Todo marca la raíz de las diferencias. La historia de ese fruto registra un manuscrito del siglo XVIII, de la Royal Society de Londres. La desigualdad de sexo, belleza y competición. Nuestro pasado ancestral de las diferencias mediante la inocente manzana, nos marca a fuego.

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