viernes, 18 de mayo de 2018

El divino equilibrio emocional

Cuando el cerebro está híper estimulado la capacidad de discriminación se entorpece. Lo mismo ocurre con el equilibrio emocional.
La experiencia social de la última década demostró su impotencia cuando en algunas naciones se trató el tema de la retribución de la riqueza. La introducción de criterios puramente económicos atrajo el declive del humanismo. La motivación económica es útil y atrae como impulso, pero sola no es el elemento esencial aunque conlleve la ventaja de dirigir. La razón y la emoción son herramientas que mancomunadas se hacen necesarias para encarar el mundo contemporáneo. 
El comportamiento violento de las masas busca cancelar las diferencias cuya mutación se manifiesta en patologías de ansiedad, depresión, soledad social o desatada violencia. Con nuestro encumbramiento olvidamos que hay otras formas de disfrute y erotismo humano que opaca  nuestra realidad de competencia material. Porque vivir no es sólo lograr fines materiales, también es conseguir tranquilidad y empatía con la presencia emocional y psíquica del otro. Quien tiene un buen motivo, siempre encuentra un buen fin para llegar.
La avaricia es una enfermedad que deja en el  olvido saber vivir. El más execrable  pecado es el avaro, decía San Pablo. Dando se recibe.


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