Todos
sabemos que la cafeína estimula el sistema nervioso, mejora el rendimiento
diario cerebral, aumenta la capacidad de concentración y disminuye los olvidos.
Quedó demostrado por un equipo de investigadores de la Universidad Johns
Hopkins (Estados Unidos), que con sólo dos pequeñas tazas de café fuerte al
día, se mejora la glucosa y la cafeína diaria motivando el ánimo. Un delicioso
pretexto para iniciar una charla.
El
café es una bebida de origen árabe. Dicen que la crecida popularidad de los
cafés otomanos condujo a la deserción gradual de mezquitas, que los almuédanos
se desgañitaban en vano convocando a la oración.
El
café en las tertulias literarias.
Las
pantallas de los veladores a media luz, reflejaban los dibujos de rostros de
personas habitúes del lugar. Apollinaire y Picasso tenían costumbre de sentarse
en aquel ángulo. Modigliani dibujaba los retratos de los clientes y les entregaba
el boceto a cambio de una copa de coñac. Allí se discutía de pintura y
literatura, se recitaban poemas y cuando a alguno de los habitues se le ocurría emborracharse, se lo llevaban afuera a que
se airease. Tiempos donde la bohemia y chansoniers como Charles Aznavour hacían
resonar el marfil y el ébano de las teclas…
En
Turquía hay un proverbio que reza así:
“El
café debe ser negro como el infierno
Fuerte
como la muerte
Y
dulce como el amor”.
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