viernes, 22 de junio de 2018

El temor genético nos persigue


Los últimos conocimientos biológicos revelan que “no somos victimas de nuestros genes”. La idea de que nuestro destino está inscripto en los genes es convencional.  La herencia familiar como el cáncer, el Alzheimer, la diabetes, etc. no es positiva.  Puede ser que asumamos alguna predisposición primaria hereditaria, pero los conocimientos biológicos aconsejan no vivir atemorizados si nuestras células son sanas. La evaluación del factor biológico se modifica con los años como cualquier otra cualidad. La química del cerebro asegura la función inmunológica a través de vacunas. El ser que genera pensamientos negativos provoca efectos que se identifican. La cualidad de la mente consciente positiva, dota al organismo de refuerzo para expresar su libre arbitrio transformando a la victima, en dueña de su propio destino. Un marcado diferencial cuando de emprender una vida de trata.

Las dos conciencias. La conciencia del cerebro, y la conciencia del “si mismo”. La que permite que cada individuo pueda identificar las consecuencias de sus determinaciones y tiende a asociarse al cerebro como “corteza frontal” que identifica la cualidad de pensar. La autorreflexiva, la que codifica la mente con adultez.

Las funciones mentales se desarrollan mucho antes de “la corteza pre-frontal.” La mente subconsciente tiene la habilidad de procesar información a una velocidad extraordinaria. Nuestro destino está manejado por procesos subconscientes que han ido dando forma a la sucesión de la vida.

El cerebro genera respuestas de acuerdo a los estímulos recibidos. La mayoría de nuestra conducta “es invisible” porque se automatiza sin ser observada por nuestro banco mental informativo.

Los instintos son percepciones adquiridas de la madre naturaleza grabado en la mente subconsciente. La química emocional del recién nacido, como la habilidad de nadar como un delfín, y tantas otras respuestas, responden al instinto. Las percepciones primarias, son las recibidas a través de las emociones maternas, cuando la madre está feliz, también lo está el feto. Su sistema nervioso graba las experiencias de la vida intrauterina, en ella se está gestando la mitad de la personalidad. La grabación más influyente en la mente subconsciente del recién nacido, es la que transcurre desde el periodo del nacimiento hasta los primeros y seis o siete años de vida.
Con el aprendizaje del gateo, la estabilidad, el habla, la observación de los patrones del medio ambiente y conductas sociales se establecen los primeros comportamientos adquiridos.

El proceso cultural y la habilidad mental de información subconsciente influyen en los estados de conciencia primarios. Hasta los siete años puede decirse que el niño “es programado.” A partir de esa edad, la mente empieza a individualizarse y adquirir personalidad propia. Para vivir por si mismo le falta todavía gran tiempo de madurez.
¡Así están establecidas las reglas de la vida!

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