En los bosques suceden cosas sorprendentemente ocultas.
Los árboles son casi humanos, respiran y revelan
secretos, a través de sus raíces y hongos se protegen e intercambian nutrientes.
Poseen inteligencia vegetal e instinto, su capacidad de absorber la luz es una
muestra, no hay más que observar el movimiento de los girasoles o cualquier
planta que necesita abastecerse de luz Con verdaderas adherencias viven con sus
retoños, su sangre es la clorofila que trasmiten por sus hojas y ramas.
Que los árboles se protegen entre si, es observable
cuando la tormenta y la lluvia arrastra la tierra y deja en descubierto la red
subterránea de raíces e intercambio de nutrientes amparando a los de su misma
especie creando un ecosistema que amortigua el calor y el frío extremo como ocurre
con el abeto cuyo comportamiento ante una eventualidad es casi humano para
vivir protegiendo hasta llegar a viejos.
Turner, asegura que cada árbol habla en su idioma
especial, que no es sólo madera o materia prima. “Toda planta posee los mismos cinco sentidos que los humanos, solo
cambia su sensibilidad vegetal”. Stefano
Marcuso
Los cipreses mediterráneos no arden. Misteriosamente
en Valencia sobrevivieron a los incendios del verano en Andilla. ¡Aparecieron
rodeados de ceniza, pero intactos! Los expertos estudian la posibilidad de
usarlos como “cortafuego” natural. Por
su mayor contenido de agua esparcen sustancias volátiles que los defienden de
los incendios.
¡La naturaleza día a día sigue dándonos sorpresas!
No hace mucho leí algo del poeta chileno Jorge
Teiller, que me impactó y creo que fue su poema póstumo. “El mudo corazón del bosque”.
Si alguna vez mi voz
deja de de escucharse, piensen que el bosque habla por mí, con su lenguaje de
raíces”.
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