No totalmente. Todos podemos auto-educarnos si nos
proponemos hacerlo, pero hay descontroles que en un momento dado obstaculizan
la reflexión. La ira, el enfado, la ofuscación y otros problemas psicóticos buscando
salida explotan a veces con violencia como una olla de presión.
El deporte coordinado, la descarga de golpes, etc., no
aclaran el fondo del problema, más bien lo enquistan y pueden convertirlo en
traumatismos y contracturas. El varón por regla general es más irascible. La
mujer es más verbal, se sociabiliza mejor. Los modelos sociales de esta época
influyen en el comportamiento. La educación y la cultura indudablemente se
registran en momentos cruciales estabilizando reacciones.
Los recursos sociales para canalizar la violencia,
como los espectáculos deportivos o musicales, resultan cada vez más
insuficientes para controlar desbordes. La raíz del problema es cómo encarar la
falta de sentido de vida, tema que excede el factor educacional.
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