El ego como la mente, se va conformando desde los
primeros meses de vida individual, pero hay una gran diferencia entre el ego
normal y el ego narcisista, el que no deja espacio a la generosidad. Hay un
antiguo adagio que dice: “Si quieres ver
el diablo cara a cara, mira tu propio ego”.
El ego descontrolado deja de vivir la realidad. El
egocéntrico no madura ni avanza, vive estancado en sí mismo, limitando el real
conocimiento de su persona. El narcisismo termina opacando el crecimiento
interior.
En la actualidad la cultura del selfie nos invade y se desproporciona la imagen de sí mismo,
exacerbando la apariencia.
La función del ego es difícil de aquilatar porque por
otra parte, el que no se quiere a sí mismo, mal puede querer a los demás. No
hay que confundir ego con egolatría.
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