De mi libro “Y donde estaba
Dios”
Barcelona
ha capitulado. Está desvastada mientras hordas de la guardia mora, bestias a
caballo disfrazados con capas y turbantes siembran el terror blandiendo sus
espadas chorreantes de sangre. Como trombas entran en las casas violando
mujeres y cortando cabezas. De un certero tajo seccionan los testículos de los
hombres, metiéndoselos en la boca hasta hacerlos morir ahogados. Dejándolos
sangrar como cerdos.
María
estaba en su dormitorio cuando oyó que subían corriendo por la escalera. Pilar
abrió la puerta. El moro empujándola la tira al suelo y entra en el dormitorio.
Pilar se interpone con los brazos abiertos mientras grita
“¡A
la niña No!”. El moro levanta la espada y de un certero golpe le corta el
cuello. La cabeza de Pilar rueda cerca de María que al sentir arriba de ella el
aliento fétido del moro pierde el sentido. Manolito, que en ese momento estaba
en el sótano, oye los gritos. Saca una pistola y a pasos agigantados sube la
escalera y se dirige al dormitorio. Al abrir la puerta, en medio de un charco
de sangre tropieza con el cuerpo de su tía. En la cama extendida sobre la capa
colorada del moro estaba María. Maquinalmente Manolo pone la pistola en la sien
del moro y dispara. Mientras otro moro de atrás le perfora la espalda. Sintió
como un dardo caliente mientras algo pegajoso le llena la boca. Se da vuelta.
Manolito casi sin fuerzas aprieta el gatillo hasta agotar el cargador… su mano
ya muerta aferrada a su arma llega al suelo. María en la nebulosa, medio
desmayada se levanta de la cama. No da crédito a sus ojos y en cuatro patas se
acurruca en un rincón.
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