viernes, 19 de octubre de 2018

Todos tenemos miedo a la pobreza. ese es el quid.


Huir de la penuria a ser pobre. Es un signo de civilización.

Hay que educar la conciencia para no sentir rechazo al pobre. La indigencia muchas veces es falta educacional y de libertad.
La pobreza se huele, se palpa, se vive en la construcción de una democracia. El rechazo al pobre no está legitimado. La animadversión a determinado círculo, o la fobia, se asume en actitud de superioridad y desprecio sin base biológica o rechazo cultural, usado como incentivo y valorización votante en las urnas. Cuanto más entregado y analfabeto esté el pueblo, más fácil de manejar.

Todos queremos ahuyentar problemas y penas ajenas del alma propia. ¡Nadie quiere asumir malas ondas!
Lo que más importa en estos momentos no es la comprensión sentimental, sino compartir la producción. Mantener las decisiones, ser independientes, y no sufrir presiones políticas como dispositivo.   

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