Si
bien se sabe que en los centros literarios no se aprende a escribir, leyendo se
puede distinguir a escritores de estilo excesivamente narrativos como ocurre
con la novela. El libro específico, filosófico es más objetivo, más seco, tal
vez para no distraer la objetividad.
El
estilo narrativo es importante para recrear la mente y marcar el espacio o
lugar específico, el exceso de palabrerío obnubila la idea y suele causar aburrimiento.
Nuestro cerebro funciona entre una comunicación poética emocional y
razonamiento lógico. A veces leer a algunos autores de lenguaje menos complejo
es un descanso placentero.
Cuando
planteamos escribir un libro, si queremos ser leídos hasta el final, hay que
tener presente la literatura clásica, Homero, Conrad, Dostoievski, o
científicos como Sagan. Es fundamental
intercalar lectura y aprender a leer.
La
vida contemporánea no da como para lecturas demasiado extensas, por eso el
micro relato, aunque no sea lo ideal, se está imponiendo.
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