Ante los avances tecnológicos de la medicina ya perdimos los límites.
Frente al cataclismo final olvidamos
la frontera de lo que podemos hacer y lo que debemos hacer.
Demorar la muerte prolongando
la agonía tirado en una cama hospitalaria es un conocimiento, una herramienta
más, no un fin médico.
Cuando la parca pasa factura
hay que aceptarla como accedemos a la felicidad del instante. Todo es cuestión
de ir tomando conciencia.
Vivimos aferrados a la vida
como sanguijuelas pendientes de los avances diarios sin preguntarnos si eso es
vivir o pernoctar. Todo tiene un principio y un final. Mientras el cerebro rija
estamos a tiempo de elegir qué hacer con nuestro descanso final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario