Queremos vivir más pero no envejecer.
¿Otra perspectiva existe?
Ignorar la decrepitud cuando
esta golpea la puerta es un imposible. La longevidad se ha convertido en el
destino de una gran mayoría. Y el problema tiende a crecer.
La ciencia sigue alargando la
vida, pero paradójicamente no todo funciona igual. Por razones de edad no se
generan ingresos económicos en relación con otras etapas activas mientras la
productividad y la carestía crece. Los sistemas provisionales tampoco ayudan a
que la situación se revierta hacia la independencia de los adultos mayores.
Las leyes laborales no
progresan. La ley jubilatoria no reconoce que haya adultos activos, no hay
nuevos roles sociales ni sistema que proteja este avance de los años.
El desfasaje es un presente
con miras hacia un futuro que obliga al cambio de sistema total o una claudicación
y entrega al tiempo y decadencia convirtiéndonos en inservibles por el mero
hecho de malas conducciones.
Científicos y políticos. No
coincide una cosa con la otra.
El estancamiento de la evolución
de la sociedad va a acarrear un grave problema.
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