Un
recorte para achicar la estructura del Estado
Hubiéramos
empezado por ahí como aperitivo, antes de recurrir al exterior.
Todos
sabemos que donde se necesita un empleado, saltan siete.
La
exorbitante cantidad de desocupados que hay en el Congreso y la cifra de
“asesores” que dispone cada legislador es apabullante. Muchos ni asisten a las
sesiones. La abulia y el conformismo los llevan a cerrar los párpados y dormir
una siestita al arrullo de una disertación. Pero aparte está el delito mayor de
los sueldos que cobran los funcionarios, ni hablar de las ganancias de los
grandes empresarios que llevan sus millones afuera. De acuerdo con los cuadernos
de Centeno, sólo en coimas se fueron la bonita cifra de doscientos millones. La
corrupción es el pecado original del siglo. Los nombres propios pasan, pero la
metodología queda. A menudo los que roban a manos llenas, son celebrados como
héroes, pactando las coimas que vienen desde arriba. Gastar más de lo que entra es la política que
siempre hemos usado, y así nos ha ido. ¡La “Mani Pulite” de Nápoles, o el “Lava
Jato” brasileño es una palurdez!
El “honor”
japonés, el harakiri, es horripilante. Aquí viviríamos todos despanzurrados.
Tampoco hacer como Demócrito, el filósofo griego que se arrancó los ojos para
no ver la realidad del mundo.
Estamos
conectados a la vida por una energía invisible, mágica. Ahora vivimos en la
danza de los millones. Necesitamos mil millones, para salir del atolladero, por
ahora conseguimos endeudarnos con, 18.800 millones de dólares ¡Cómo lo
pagaremos…! pregúntenle a magoya o como dicen los españoles “El que venga atrás
que arree”.
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