Considerando
el absurdo celibato como las Cruzadas, o la Inquisición de tiempos remotos. La
Iglesia Católica debiera rever los problemas que ocasiona proseguir con algo
que no siempre es aceptado por sus mismos miembros (caso Chile). La verdadera
vocación espiritual religiosa no se basa en la renuncia de la ceremonia matrimonial.
Hasta
el siglo IV, los curas podían casarse y tener hijos. El casamiento era
optativo. Según la Biblia, Pedro, el primer papa y los apóstoles escogidos por
Jesús, en su mayoría eran hombres casados.
El
celibato es un tema muy delicado para ser tratado en la actualidad, diría yo
casi imposible. ¿Es esperar mucho de nuestro Papa Francisco que en lugar de
castigo y reprimenda, en alguna ocasión propicia se humanice este
comportamiento religioso tan a trasmano del bien de la Iglesia?
La
apostasía colectiva que nos envuelve no se soluciona pidiendo perdón por las
barrabasadas non sanctas que otros cometieron. Miles de bautizados hacen cola tras
los trámites para renunciar a la Iglesia.
“Es una institución nefasta, hipócrita,
no estamos de acuerdo con su alineamiento, ni su doctrina. Que paguemos sueldos
a los obispos es inconcebible. La Iglesia tiene su poder adquisitivo”.
Esta rebeldía para el clero es un golpe bajo,
difícil de rever en los tiempos que corren de descrédito de todo cuanto nos
circunda. Estamos en el siglo de los grandes cambios políticos eclesiásticos y
demás comportamientos. ¡No nos queda otra que enfrentarlos!
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