viernes, 17 de agosto de 2018

No hace más de cuatro días leí en el diario algo sobre el clero


Considerando el absurdo celibato como las Cruzadas, o la Inquisición de tiempos remotos. La Iglesia Católica debiera rever los problemas que ocasiona proseguir con algo que no siempre es aceptado por sus mismos miembros (caso Chile). La verdadera vocación espiritual religiosa no se basa en la renuncia de la ceremonia matrimonial.

Hasta el siglo IV, los curas podían casarse y tener hijos. El casamiento era optativo. Según la Biblia, Pedro, el primer papa y los apóstoles escogidos por Jesús, en su mayoría eran hombres casados.

El celibato es un tema muy delicado para ser tratado en la actualidad, diría yo casi imposible. ¿Es esperar mucho de nuestro Papa Francisco que en lugar de castigo y reprimenda, en alguna ocasión propicia se humanice este comportamiento religioso tan a trasmano del bien de la Iglesia?

La apostasía colectiva que nos envuelve no se soluciona pidiendo perdón por las barrabasadas non sanctas que otros cometieron. Miles de bautizados hacen cola tras los trámites para renunciar a la Iglesia.
“Es una institución nefasta, hipócrita, no estamos de acuerdo con su alineamiento, ni su doctrina. Que paguemos sueldos a los obispos es inconcebible. La Iglesia tiene su poder adquisitivo”.


 Esta rebeldía para el clero es un golpe bajo, difícil de rever en los tiempos que corren de descrédito de todo cuanto nos circunda. Estamos en el siglo de los grandes cambios políticos eclesiásticos y demás comportamientos. ¡No nos queda otra que enfrentarlos! 

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