En el silencio del
espacio,
En el canto de los
pájaros,
En el caer de la
lluvia,
No tiene idioma ni
frontera,
Apacigua la conciencia
Acompaña la soledad
Y sosiega la lengua.
Si hay algo inmortal
en este mundo mortal
Es la música.
Respecto a todos los encadenamientos del arte, la
música es la voz cantante de este idioma universal. La que mejor representa la
relación psicológica y sentimental de los pueblos, aún los no letrados. Su
inmenso poder conduce hacia el entendimiento y unión superando diferencias
culturales.
El oído tiene memoria, se forma en el feto siete meses
y medio antes que el ojo, por eso, tras el registro de la voz, reconocemos a
las personas sin verlas.
El estudio de
la música intensifica la sonoridad al igual que el empleo de la palabra amplía
el vocablo.
La música engloba todas las esferas y las trasciende
mientras tenga el poder de conmovernos. Nos arranca del confinamiento terrenal
transportándonos
a sensaciones donde ni el conocimiento ni la razón
alcanzan.
A un mundo de éxtasis, a un astro de absorbente y
exquisita belleza.
En una buena orquestación el equilibrio emocional
tiene que convertir todo en música.
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